Declaración de intenciones


Si sigo posponiendo esta entrada, voy a llegar tarde y la noticia se terminará comiendo al informante.

Ayer nos confirmaron que será niño.

La experiencia de la ecografía de las 20 semanas, fue de lo más emocionante que me ha pasado en la vida. Dedos (todos), manos, pies, corazón (cuatro cavidades), cerebro (dos hemisferios), estómago, pulmones, vejiga, pene... Ojos, mofletes, labio superior. Y todas esas cosas juntas forman algo mucho más allá de un cuerpo humano. Se mueve dentro de la bolsa de líquido amniótico, apoya el lado derecho de su cara en la placenta, golpea con su mano la bolsa, llama la atención... Cuando finaliza la ecografía y nos dicen que todo normal, respiro aliviado.
Mientras esperamos a que el tocólogo nos llame para que pueda revisar las decenas de valores obtenidos, Silvia me dice que le toque la barriga. El pequeño golpea con energía, sigue reclamando atención. Como si se hubiese percatado de que hemos dejado de mirar, y nos pidiese que siguieramos prestándole atención. No sabe que es imposible no hacerlo...
Y seguro que tras esta experiencia, se sucederán una tras otra muchas que dejarán a la altura del betún la que ayer viví. Lo estoy deseando. Me resulta difícil expresar cuanto.

Sé que mi vida va a cambiar. Que mis prioridades sufrirán una reordenación drástica. Que algunas de mis actividades dejarán su lugar a otras, que otras muchas se verán terriblemente recortadas y que en compensación otras muchas ocuparán ese tiempo. A veces, peajes que hay que pagar para obtener algo más grande a cambio. Otras pocas veces males menores, y otras muchas, metas largo tiempo anheladas.

Todo eso ¿para qué? ¿Egoísmo? ¿Altruismo? Opiniones para todos los gustos. En mi caso, es cierto que ya me lo pedía el cuerpo, pero también sé que, en tiempos como los que nos tocan vivir, lo mejor que puedes hacer por ti y por los demás, es tratar de mejorar el mundo que te rodea, o al menos tu círculo más cercano.
Unas veces buscamos lograrlo a través de acciones directas, y cuando nos damos cuenta de nuestras limitaciones, volcamos nuestras esperanzas en que otro lo logre. ¿Y qué mejor manera que ayudando a un nuevo ser a encontrar su camino en la sociedad y de paso dejar tras de sí las cosas un poco mejor de como las encontró al llegar? Los resultados están por ver, pero la intención está ahí.

Por último, pienso en cómo el acto de educar, de enseñar a vivir, no debe ser en un solo sentido. En mi caso, espero que con cada día, con cada instante, pueda aprender tanto como él. Cada enseñanza no buscará sólo hacerle mejor individuo, sino que el esfuerzo por ayudarle a encontrar su camino con honradez y respeto a los que le rodean, me ayudará a mi mismo a ser mejor cada día. Y lo sé porque tengo tanto que mejorar y tantas ganas de hacerlo que no creo que me cueste mucho intentar rectificar o pulir comportamientos mejorables, intentar superar mis defectos. De nuevo, al menos esa es mi intención.

Intenciones, ideas, anhelos, deseos, miedos, temores...

0 comentarios: