Volviendo que es gerundio


Tras el teatrillo navideño, ese en el que muchos se ponen sus mejores galas, en el que se sonríe más y mejor, en el que se revisitan y recuperan relaciones poco usadas, aquí estamos otra vez. De vuelta.

Muchos dicen que estas fechas provocan con su atrezzo, que todo lo que nos rodea se disfrace. Las calles se visten de luces; los ánimos mudan en "todovabien" (o al menos en "tododebeaparentarirbien"); se asiste a eventos de los que, en condiciones normales, se huiría despavorido; en ocasiones se fuerzan reuniones de personas que, en condiciones normales, no se verían ni en pintura ...

Por otro lado, otras personas menos Scrooge viven la navidad de una manera menos negativa. Se contagian del espíritu lúdico, disfrutan de la compañía de seres queridos, gozan de las comidas, reuniones y eventos, decoran la casa con espumillón, bolas, árboles y belenes ...

Y por último, entre esas dos visiones, otros muchos nos encontramos en tránsito de una a la otra o de la otra a la una. A medio camino.

De cualquier manera, sincera o fingida, envuelto aún en los restos de ese halo de ganas de complacer con el que nos arropamos en tan señaladas fechas, vuelvo a la escritura arrastrado por mi más y mejor fan. No lo he hecho antes no porque no quisiera o no me apeteciera, sino porque tenía otras tareas que consideraba prioritarias. Pero, qué se le va a hacer, se aparcan y ya está. Cest la vie. Cada uno a su rol.
Oí hace poco que en las fechas navideñas, se dispara el consumo de antidepresivos, supongo que por todo ese cúmulo de deberes y obligaciones que se le suponen. Caiga sobre tu conciencia si me echo al clonazepam. Con cariño.

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