NY. Día Four.


Extrañamente nos levantamos con ganas de patear. Más nos vale. El plan de hoy apunta a que los piececitos van a sufrir tanto como en el día anterior y, por lo que parece, el calor no afloja. El susodicho plan comprende: Meatpacking District, West Village, Greenwich Village, NoHo/Nolita y Flatiron District.
De entrada, tras la ducha matutina, en lugar de detenernos a desayunar, decidimos neoyorquizarnos (válgame el palabro) del todo, y tomarnos un café de esos para llevar y algún bollo de camino a Times Square. Mira que es raro, pero o no estuvimos suficientemente atentos, o en verdad el camino elegido no era favorable a nuestro plan. Ni un Deli o cafeteria que satisfaga nuestros instintos. Así pues, ahí nos tienes, en pleno Times Square con más hambre que sueño, esperando un autobús que nos baje hasta el primero de los barrios. Tras esperar un cuarto de hora más o menos, llega el bus. El viaje hasta la esquina de la 7ª con la 13 St, no duró mucho más de 15 minutos. Tras 5 minutos andando, nos damos cuenta de que sin desayunar no vamos a ninguna parte, así que nuestro estómago echa el ancla.

Entramos en el primer Deli´s que encontramos abierto, una especie de tienda con comida preparada, bollos, café, máquinas frigoríficas con refrescos, etc. Un par de cafés de esos de vasos de papel y otro par de ensaimadas (o su equivalente neoyorquino, como quiera que se llame) al buche, y ya hemos recuperado las fuerzas.

Comenzamos a vagabundear por el barrio. Éste debe su nombre a la concentración que antaño hubo de naves y fábricas encargadas de recibir y tratar la carne que llegaba a los Pier o muelles (tengo en la cabeza muchas pelis con escenas en grandes almacenes plagados de piezas de carne colgadas de garfios). Conservando parte de ese aire industrial, hoy en día, gran parte de esas fábricas han sido reconvertidas en super-fashion tiendas de ropa ultra-mega-super-te-lo-juro-de-la-muerte, galerías de arte y demás. Aunque debido a ello hay mucho gafa-pasta suelto, todavía podemos ver algún que otro almacén genuino donde se descarga mercancía.
Tomamos camino hacia el corazón del West Village, el barrio pijo por excelencia. ¡Qué casas!... Leemos en la guía que este es el barrio preferido para actores y famosetes. Perry, Harry, Klander,... Se nota. El callejeo se hace tranquilo, por las arboladas calles poco transitadas de coches. ¿He dicho ya las casas que se gastan los mendas en el barrio? Cafés y restaurantes con gusto, parquecitos, empleadas empujando carritos con niños... todo muy cool.
Tras dar un cuantas vueltas por la zona, nos damos de bruces con una tienda de regalos que nos recuerda todos los encargos que tenemos de la gente que bien nos quiere. Dilapidamos 100$ del ala de golpe y porrazo. Toma ya..., y nada de ello es para nosotros. Seremos panolis. Eso hay que arreglarlo. Para compensar y con el subidón consumista, nos adentramos en una tienda de láminas y grabados y nos compramos dos fotografías en blanco y negro de edificios de NY. Para colgar en salón y dormitorio. Con las mochilas petadas, ponemos rumbo a Washington Square, en pleno Greenwich Village.

En la entrada del parque, unas cuantas personas mayores juegan al ajedrez en mesas habilitadas para ello. Educado, le pido permiso a uno de ellos si le puedo sacar una foto. Orgulloso, asiente y posa todo interesante, pensativo, concentrado, mirando al tablero. Los turistas que vienen justo detrás nuestro no tienen tanta suerte. Se les ocurre disparar fotos a diestro y siniestro a otras parejas de jugadores, y les cae encima la del pulpo. Un anciano se levanta totalmente ofendido y comienza a insultarles a voz en grito. Los turistas no saben dónde meterse. Les pinta, por pazguatos (¡AL LORETE! 1er consejo: Intentad pedir permiso para sacar fotos a personas. Da igual que sean bomberos, polis o ancianos jugadores de ajedrez. Just in case)
La plaza cuenta con una gran fuente circular en la que grandes y pequeños, se refrescan. Como ya se sabe que allá donde fueres, haz lo que vieres, pues pies descalzos, camiseta fuera y a refrescarse en los generosos chorros, lo que le viene de perlas a la Silvi para sacarle unas fotos a su novio macizo. El calor es considerable, y el alto en el camino se agradece. A nuestro alrededor, además de los jugadores de ajedrez, muchos turistas y algunos estudiantes sentados en la hierba o en los bancos del parque. Resulta que toda la zona está ocupada por edificios de la Universidad pública de New York. Unas cuantas foticos más y nos ponemos en marcha.

Tras el breve descanso, ponemos rumbo hacia la zona de NoHO, en busca de llevarse algo a la boca. De paso, nos dejamos caer por lo que antaño fue el CBGB, ahora cerrado, pero que en tiempos fue una de las salas de actuaciones de Punk Rock más famosas de la ciudad, en la que debutaron grupos como Los Ramones o Talking Heads. Pasamos también frente al bar Hell´s Angels (Los ángeles del infierno), donde hay aparcadas unas motarras del quince (o del dieciséis). En la guía advierten que son comunes las peleas entre bandas y actuaciones policiales, asín que nos alegramos de estar por allí a plena luz del día.

Como la gusa (léase hungry) empieza a hacer acto de presencia, paramos en una especie de café ubicado entre la 1ª Avenida y la 5ª St, el Three of Cups. Un sitio pequeño y acogedor en el que nos apretamos un par de sandwiches y una ensalada. Para rematar un par de cafés con hielo en vasos portables que nos terminamos ya de camino de Spring Street, donde se ubican la mayor parte de las tiendas en las que tenemos que hacer las compras de rigor (planazo). Encargo de mi hermano Miguel (Sudadera en DC), Levi´s y camiseta para el menda en la susodicha tienda, visita al Apple Store para flipar un rato, visitas a alguna que otra de ropita femenina... Agotados con la sobredosis de consumismo para unos cuerpos poco acostumbrados como los nuestros, nos paramos en un bar a tomar un par de cervecitas. Fresquitas saben a gloria, sobre todo con el calorazo que se gasta ese día NY.

Decidimos dar por concluida la jornada de compras y coger un bus rumbo al Flatiron Building, en la esquina que forman la 5ª avenida con Broadway St. Es algo que tengo entre ceja y ceja desde que aterricé en NY. Siempre me ha parecido el edificio más bonito de toda la ciudad (seguido muy de cerca del Chrysler Building). Seguro que lo habéis visto cientos de veces en fotos. Es ese edificio de planta triangular que se asemeja a la quilla de un barco. Cuando llegamos al edificio desde la 22 St, evitamos la vista frontal lo que nos permite observar mejor el diseño de las ventanas de estilo Beaux arts. Una preciosidad. Ya frente al edificio, en la isleta que circundan la 5ª y Broadway, han habilitado unas mesas y unas sillas donde uno puede sentarse a descansar o a comer, o simplemente a admirar la vista frontal del edificio. La verdad es que es increíble. Si no le tiro 30 fotos no le tiro ninguna. (¡AL LORETE! 2ª consejo: Sé que soy un flipado del copón, pero es que a poco que te gusten los edificios y contrucciones llamativas, no podéis dejar de visitarlo)

Después de descansar un ratillo, ponemos rumbo al hotel. Objetivo: una duchita, ropita limpia y a cenar al Hard Rock Café de Times Square.
Ya en el hotel, y tras superar con éxito ese bajón que te da cuando, estando hecho polvo como estás, decides tumbarte en la cama después de ducharte (sólo un momentín, por favor), nos encaminamos hacia el restaurante.
Un cuarto de hora sentados en un sofá y nuestro nombre aparece en los monitores que muestran la lista de espera. Nos aproximamos al Photo Call y nos hacen la foto de rigor. El camarero nos acompaña hasta nuestra mesa, justo debajo de la guitarra de Eric Clapton. Aunque la cena no está mal, pagas el entorno. Muchas televisiones con videos musicales, una pausa para cantar a coro el happy birthday to you a un comensal, otra para comprobar que sí, que hemos quedado realmente guapos en la foto que nos hicieron, una hamburguesa, un burrito y un par de pintas de cerveza. Tras apoquinar cuenta y propina (ineludible), salimos al maremagnum de Times Square. Esquivando a diestro y siniestro, logramos salir vivos y tomamos camino del hotel.

Mañana será otro día.

0 comentarios: