λ5: Allium cepa


Hace exactamente tres días le tocó el turno a la Paciencia. Se marchó sin previo aviso, como tantas otras cosas en los últimos días. Suspiré hondo y simplemente noté como me abandonaba. Una vez perdido el control y el maquillaje emocional, la paciencia era parte de lo poco que sostenía mi yo "visible" frente a "mi oscuro habitante", así que ya os imaginaréis como me sentí.
Esta vez se manifestó a través de un ataque de ira sin parangón (al menos que yo recuerde, lo cual no es mucho decir).
Trataba de arreglar un problema que tenía con mi ordenador personal y, al fallar por segunda vez el proceso de instalación de Windows, ocurrió. Comenzó como un calor descomunal en el estomago, que abrasó el anillo de chasky (o como carajo se diga), subió quemando el esófago hasta la garganta y se transformó en un grito descomunal. La ira tomó el control de mis piernas ordenándolas patear sin piedad la torre de la computadora. De nuevo me pilló por sorpresa. Afortunadamente, Silvia había bajado a por el pan, por lo que no presenció el hecho.
Tras ese arrebato de furia, tomaron el control la Sra. Vergüenza y el Sr. Arrepentimiento. Ya veis a quién me tengo que encomendar para frenar a ese cabrón con pintas que pugna por tomar el control. Y menos mal que esos dos todavía no han saltado por la borda (¿hasta cuándo?), como lo han hecho todos esos sentimientos que huyen, ratas cobardes que abandonan el barco. Dado que en mi caso, Vergüenza nunca ha sido muy persistente, es lógico que cada vez esté más intranquilo. Aunque Arrepentimiento siempre ha sido fuerte, no puedo fiarlo todo a la resistencia de un sólo pilar.

Así que, aprovechando que antes de ayer perdí también el ánimo y el poco interés que me quedaba en mi trabajo (tampoco les costó mucho tomar las de Villadiego), he decidido romper los lazos con mis jefes y mis compañeros de trabajo. Reducir al máximo el contacto con ellos, minimizará las posibilidades de perder el control. Así que llevo un par de días, tocándome los huevos a dos manos. No descuelgo el teléfono, no contesto a los correos... Noto como ya se empiezan a mosquear, así que estoy pensando en decir a mi gerente y a mi jefa que tengo la gripe A, y no salir de casa. Me pedirán el justificante médico, pero ya pueden esperar sentados. Me trae sin cuidado que me descuenten los días de la nómina. En realidad, me la pela que me terminen echando.

Pero, ¿por qué se va todo? Vale que desaparecieran (o perdiese, me da igual) mis llaves, mi camiseta y vaqueros favoritos... Pero ¿y lo demás? Control, Paciencia, Ánimo... ¿dónde se van? ¿Y por qué ahora? ¿Ya no están a gusto conmigo todo aquello que conformaba mi "yo"? ¿O sólo era apariencia? No sé. Cada vez que pienso en ello, una punzada me taladra las sienes...
Lo único seguro, es que esta fuga interminable, este éxodo de todo aquello que hacía identificable, poco a poco me está dejando vacío. Literal. No es que ese espacio vacío que dejan al marcharse, sea ocupado por otras cosas. No. Es que se ocupa con nada. Me voy quedando hueco. Soy como una cebolla que conserva la apergaminada capa exterior a duras penas y que va perdiendo una a una el resto de ellas, las que le dan sustento. Noto como el ruido de mis tripas reverbera en el espacio vacío. Como el eco, cada vez más presente, de mis pensamientos da fe de esa nada. De momento, lo único que aparenta resistir arraigado con fuerza en mis entrañas es ese otro luismi, corazón de cebolla. Cada vez más suelto, menos constreñido. Con más espacio para campar a sus anchas.

Conforme voy quedando vacío de contenido, más peso ha ido tomando la necesidad de sentirme atado a algo. Me aferro con fuerza a los sentimientos que aún me quedan. Sigo queriendo a Silvia, a mis padres, a mis hermanos. Sigo echando de menos a mis amigos. Sigo añorando la vista del faro de Trafalgar... Aún persisten, pero visto lo visto, no sé cuánto aguantarán. Cruzo los dedos pero la esperanza, prima hermana del ánimo, va difuminándose.

Para tratar de compensar esta pérdida interior, llevaba un tiempo reforzando los lazos que me unían a la realidad que me rodeaba. Leía cada vez más periódicos, veía todos los telediarios... Hasta ayer. Ayer también me abandonó la Curiosidad (otro para la saca), y con ella ese interés por las noticias del día a día.

Y hoy la puntilla. Esta mañana me ha llamado un muy querido antiguo colega del trabajo. ¿Dónde estás?, me dice. Le digo que en mi casa, enfermo. Vaya, pues lo siento mucho. Ayer no lo parecías. ¿Cómo? Pues eso. Que ayer, cuando nos vimos en el parque y quedamos para tomarnos unas cañas hoy a las 12, parecías muy relajado, ahí sentado al sol, con tus jeans y tu camiseta favorita...

Mira por dónde la Sra Sorpresa aún anda por aquí. Hace siglos que no voy al parque.

2 comentarios:

alectoria01 dijo...

Un desconocido grupo musical escribió:

"A veces soy yo, a veces soy él
Y no consigo controlarlo
Creo que hay un intruso en mí
La incógnita de la ecuación
Lejos de la lógica y cerca de
Mi extraño equilibrio."

Somos humanos e incluso más que humanos.

Keep on writting.

Moral y Política dijo...

Yo a veces también me quedo en el terreno medio. Ni salgo, ni llego.

Tengo graves dificultades para fijar los aconteciientos a un terreno. Lo que me parece real en aquello que se aparta de mi inmediato suele ser irreal, mejor dicho, surreal. Es cuestión de entenderas. No se porque a algunos que se hacen mayores les da por ser, cada vez mas religiosos, cada vez mas conservadores. A mi me ha dado por lo contrario, mas descreido, irreverente y ácrata.

Debe de haber alguna especie de corriente, invisible e imperceptible a que determinados modelos de pensamiento y actitud ante la vida les hace salirse del corsé que supone los buenos usos y costumbres. De vez en cuando, lo he escrito recientemente pero referido a otras cuestiones, hay que abrir la espita para que salga la presión, sino, el riesgo de explosión interna es más grave.

El otro día tuve que poner en algún sitio cual era la película que as me había gustado, la elección fue clara: Amanece que no es poco de Jose Luis Cuerda. la razón no es otra que la de ser la pelicula más real que haya visto.

Eso es la realidad, lo que entendemos como realidad es el disfraz de la realidad auténtica o sea lo surreal

Saludos,