Se acumulan los temas en la página de borradores de entradas del blog, pero el tema de la batalla campal de los jóvenes violentos de Pozuelo contra la policía, ha sacado a la palestra un tema sobre el que llevo meditando largo tiempo. Muchas tertulias radiofónicas, muchos editoriales y "opinadores" de muy variopinto pelaje, dan su visión sobre el tema. Muchos coinciden en que se trata de una crisis de valores por parte de la juventud derivada de una falta de autoridad paterno (y materna)/escolar. Vienen a decir que de un concepto educativo basado en la autoridad manifiesta de padres y profesores a la hora de inculcar conceptos y valores a sus hijos y alumnos, se ha ido rolando hacia un modelo basado en una mayor libertad del joven y permisividad hacia sus actos y decisiones.
Siendo ese un análisis (en mi opinión) certero de la situación actual, habría que aclarar lo siguiente:
->Punto 1: Si bien los comportamientos humanos (así como la historia) son pendulares, no puedo estar de acuerdo ni con un extremo ni con otro. Ni bien estaba ese modelo represivo de la dictadura que sólo conozco de oídas y del cual sólo sufrí los coletazos, (mis buenos capones y tirones de orejas/patillas me llevé en el Maestro Ávila), ni estoy de acuerdo con el poco ánimo sancionador de los padres de hoy en día, ni con los pocos recursos que vamos dejando a profesores, despojándoles de cualquier posibilidad de ejercer una autoridad necesaria. En paralelo a ese hurto, hemos asistido en los últimos años a un deterioro de la valoración de la labor del profesorado y a la pérdida de un frente común educativo padres/profesores. Harto estoy de ver reportajes y documentales en los que se muestra cómo los jóvenes escolares humillan, golpean e ignoran a los profesores, haciendo lo que les viene en gana por considerarse impunes, y cómo en algunos de los casos esas actitudes cuentan con el respaldo o la comprensión de sus progenitores. Es necesario que los profesores recuperen ese crédito (y esa autoridad) perdido, y que los padres entiendan que la educación de sus hijos debe hacerse de manera conjunta.
->Punto 2: La incorporación de la mujer al mercado de trabajo, no ha sabido acompañarse de una conciliación en toda regla de los horarios laborales con la vida familiar. Por supuesto, estoy totalmente de acuerdo con que las mujeres opten a un desarrollo profesional al igual que lo han venido haciendo los hombres. El problema radica en que si bien antes estaban los dos roles cubiertos (familiar y laboral), ahora uno ha quedado cojo. Los niños no cuentan con una figura paterna(/materna) en el hogar, y en su lugar cuentan con la televisión, los videojuegos o algún cuidador/a cuya labor, no es educar sino cuidar (y que por otro lado, por muy bien que lo haga y por muy buena persona que sea, no está suficientemente implicado en su educación). Además, el menor tiempo que los padres pasan con sus hijos conlleva que los primeros busquen evitar conflictos con los segundos, cediendo a sus demandas para esquivar momento incómodos ("para media hora que paso al día con él/ella, no voy a estar luchando y aguantando lloros" he llegado a oír). Son imprescindibles políticas que de verdad afronten la conciliación de la vida laboral con la familiar, que permitan que los padres puedan dedicar tiempo a formar mejores personas.
->Punto 3: En ausencia de las figuras paternas, se hace muy necesario la colaboración de toda la sociedad en torno a unos valores comunes que deberían ser inculcados en los jóvenes. Como dice J.A. Marina, “para educar a un niño, hace falta la tribu entera”. Comparto la idea de que aunque la responsabilidad principal a la hora de educar a un niño es la de sus padres (familia), ésta debería contar con la colaboración de todo el entorno (medios de comunicación, vecindad, administraciones, escuela, etc.) Aunque sé que ni la frase ni el autor son del gusto de cierto sector de la sociedad (padres objetores y aledaños) que los asocia con la tan polémica asignatura Educación para la Ciudadanía, convendremos en que sería deseable encontrar valores universales en los que todos (las muy distintas tendencias e ideologías) estuviéramos de acuerdo, más allá de interpretaciones y polémicas. Sé que es difícil, pero deberíamos encontrar puntos de encuentro en pro de la educación de las generaciones venideras. Éste es un tema complicado que desarrollaré en otro post.
->Punto 4: En los últimos años de "bonanza" económica (para algunos más que para otros) y de desarrollo de las comunicaciones, las nuevas generaciones se han acostumbrado a la inmediatez. Tienen acceso a mucho más (cantidad) y más rápido (tiempo). Este hecho, unido a lo expuesto en el segundo punto, conlleva que muchos niños no tengan hábito de coexistir con la frustración. La frustración asociada al hecho de no conseguir lo que se desea (tan habitual en la vida adulta) también hay que aprenderla, también hay que enseñarla. Esa frustración te ayuda a valorar lo que se consigue, y te ayuda a aceptar que no siempre se gana, que no siempre los deseos serán satisfechos. Está en nuestra mano evitar que nuestros jóvenes se acostumbren a vivir tanto con el SÍ como con el NO.
En mi opinión esas serían algunas de las principales causas que podrían haber provocado la actual deriva en el comportamiento de los jóvenes pero, y aquí pongo en duda (que no niego) la mayor: ¿es cierto que los jóvenes de hoy en día están más "desnortados" que las generaciones precedentes? ¿Es cierto que muestran una mayor carencia de valores? ¿No estaremos exagerando? Considero una buena práctica poner en duda todas las certidumbres propias, y en este caso no sé si no estaremos exagerando demasiado cuando establecemos comparativas entre las actuales generaciones de jóvenes y la mía misma. Quince o veinte años antes también existieron casos de excesos juveniles como los que hablamos. ¿No será que en la actualidad llegan más y antes a la opinión pública? ¿No será menos drástica esa deriva del comportamiento y ausencia de valores?
Quizás esa diferencia entre los jóvenes de hoy en día y entre los de mi generación no sea tan tan grande (sí con la generación de mis padres cuarenta años antes), lo cual nos llevaría a pensar que no debería ser tan difícil llegar a una solución del problema. Pero para llegar a una solución es imprescindible comprender cuáles son las causas del problema. En cuanto a las causas, seguro que no están en este post todas las que son, pero espero que alguna de ellas haya dado en la diana (si no en el centro, sí cerca), o al menos que haya hecho reflexionar a alguien. Y en cuanto a las soluciones, seguro que prácticamente todo el mundo coincide conmigo en que serían las adecuadas. Ahora bien ¿cómo lo hacemos? ¿Nos centraremos una vez más en detalles, perdiendo de vista que el problema se agrava cada día un poco más? ...
Y mientras, nuestros políticos y gobernantes perdidos en "cortoplacismos" y superficialidades.
Juventud, ¿divino tesoro?
Publicado por
luismi
on lunes, 7 de septiembre de 2009
Etiquetas:
Reflexionando
2 comentarios:
Buen análisis Luis Miguel, hay de todo un poco en las causas.
Como perteneciente a una generación anterior a la tuya hay algo en lo que quiero incidir es básicamente a la responsabilidad que los mayores tenemos en este estado de cosas.
1º La falta de consenso sobre la educación.
2º Nosotros fuimos en gran parte los adelantados de una libertad sin compromiso porque en los sesenta todo estaba en cuestión y la espita que se abrió con la transición dió lugar a un abandono de los deberes sociales que no son ni de izquierda ni de derecha, son deberes sociales, sin más.
El individualismo creciente en nuestra sociedad que, paradógicamente, se torna en conflictos colectivos, gregarios, que son en su base conflictos basados en el indivuadilismo de sus promotores, en su no consideración de miembros de una sociedad que ha de velar por élla.
Saludos,
Miguel
A este respecto, y en línea con algunas de las ideas que expone luismi, recomendar la última página de Elvira Lindo en El País (http://www.elpais.com/articulo/ultima/Educacion/elpepiopi/20090909elpepiult_1/Tes/)
Basta ya de que muchos los padres de hoy en día deleguen por completo en los colegios la tarea de educar a sus hijos. Los colegios principalmente enseñan principalmente conocimientos, aunque no niego que también buenos hábitos ciudadanos, pero los principales responsables de la educación en valores es de los padres.
Y si no les gusta, les parece cansado, o no saben, que tengan hamsters, tortugas o periquitos en lugar de hijos
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