λ1:Irrealidad


Siempre me ha dado mucha rabia no poder recordar de qué trataban los sueños que tuve la noche anterior. Y para más inri, lo que no se me suele olvidar es que los tuve. Así pues, como una de tantas, esta mañana me levanté con la sensación de que las neuronas habían estado de fiestuqui por ahí arriba.
Como siempre, con los ojos pegados, recogí la ropa que me iba a poner ese día del taburete verde, y me dirigí al cuarto de baño. Tras descargar la vejiga, me afeité y después me duché. Durante todo este proceso, algo estuvo haciendo bzzzz en mi cabeza.

Lo achaqué a que, estando un poco resfriado como lo estaba, mis oídos estaban algo afectados. Tras secarme e hidratar mi maltrecha espalda, comencé a vestirme. Cada vez que mi mirada se cruzaba con la de mi reflejo en el espejo, el zumbido se hacía más presente. No sé, quizás sea la posición de la cabeza, que provoca una mayor presión en mi oido interno, razoné. Aunque no se trataba de nada fuera de lo común, algo en mi interior comenzó a desperazarse. Mientras proseguía con mi rutina, noté como ese algo se sacudía la modorra y conseguía ponerse alerta, embargándome una extraña sensación de desasosiago. Tras acicalarme, tomarme el Omeprazol y apagar la luz del baño, me giré en la oscuridad con la intención de embocar la puerta del cuarto de baño. Fue entonces cuando me percaté que algo había ocurrido no sólo en mi interior, si no también a mi alrededor. De pronto perdí por completo la orientación y donde debía estar la puerta no conseguía distinguir más que azulejos reflejando la luz de la farola que se colaba por la ventana entreabierta a mi espalda. Me giré, tanteando en la oscuridad, tratando de encontrar la puerta y no la encontré. Tras varios segundos bajo una fuerte sensación de irrealidad de pronto pensé, Tranquilo, seguro que estás todavía soñando.
Pues resultó que no. Nada más asomó esa idea a mi cabeza, mi mano alcanzó el quicio de la puerta, y como si tuviera vida propia, mientras mi cabeza aún buscaba su sitio, se agarró con fuerza del marco y tiró de mi hasta sacarme al pasillo.
Confundido, mareado y aún en penumbra, me adentré en la cocina y me senté en el taburete plegable mientras trataba de recuperar mi sitio en esta realidad. Tardé más de 2 minutos en encender la luz y ponerme a preparar el desayuno.

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