Preludio: ¡Cómo me gusta viajar en avión!


Pues érase que se eran, dos muchachos que se levantan un caluroso día de Agosto madrileño, ya con los nervios a flor de piel. Ducharse, desayunar, cerrar la maleta, revisar el equipaje de mano y llamar a un taxi. A la T4, Don taxista, por favor. Allá vamos, ufanos ¿Hemos bajado las persianas? ¿Cerré la puerta con 4 vueltas? Siempre la misma cantinela. Aquí tiene 25 € Sr taxista (¡hay que ver con la tarifa-aeropuerto!). Y ahora, ¿dónde facturamos? ¿Señorita por favor? Ah, gracias. ¿Envolvemos la maleta en celofán? Vale ¿Candado? No, eso no, a no ser que sea de esos especiales que pueden abrir los de seguridad con su llave mágica (¡AL LORETE! 1er consejo).

Y Tras pagar el "celofaneo" del equipaje facturable, escribimos nuestros nombres, vuelo, domicilio en Spain y teléfono en una tarjeta que colocamos entre el celofán y la maleta para evitar dificultades en la identificación ante extravíos indebidos (¡AL LORETE! 2º consejo), y ... ¡¡¡a la (primera) cola!!!

Y allá que vamos, entre el niño spiderman y la familia Andronoff. ¿Cuántas maletas facturan los Sres? Sólo una ¿Saben que pueden traer hasta 3 cada uno? Aupa el consumismo. Pues no, pero gracias. ¿Tiempo? Aún quedan 2 horas para embarcar.

Venga vamos a pasar el control policial y así nos lo quitamos de encima antes de que se forme... otra cola. Tarde. La segunda cola nos espera. Pues na, paciencia. Tras esperar (menos que antes) y pasar el control policial (¿control?, espera a llegar a los USA), procedemos a buscar un lugar donde dispensen comidita ligera para matar el hambre. Aquí mismo. ¿Qué quieren? Un sandwich y una botella de agua para los dos. ¿Sólo eso? Sí, sólo eso. Sí, na más porque saliendo a las 13:55 supongo que nos darán de comer en el avión a no más tardar. Tras un pis y un lavamanos, a buscar la puerta de embarque. U73 (Setentamilypico parece. Imagínate, la última ultimísima. 15 minutos anadando). Compra de periódico+revista para hacer más corta la espera. Ahí hay dos asientos libres. A sentarse y a esperar. Tic tac, tic, tac. Según se va acercando la hora de embarque, se aprecia como aumenta la tensión. Quedar muy atrás en la cola de entrada al avión, puede hacer que tu equipaje de mano no quepa encima de tu asiento porque la fila de delante o detrás (muy listos y rápidos ellos) lleve un sarcófago egipcio que casualmente le han dejado pasar como equipaje de mano (ya nos pasó cuando fuimos a Londres o Dublín, no macuerdo)... Algunos pasajeros se levantan y se colocan frente al mostrador de embarque, ya con sus pasaportes y tarjetas preparadas... Leo una noticia más y cuando levanto los ojos, la cola ha doblado su tamaño ¡qué dolor! Grrrrrr. Arrastrado por la corriente (hay que ver qué poca personalidad), levantamos los culos del asiento y ¡hala a hacer más cola (y van tres)!

A los cinco minutos, hay muchos más pasajeros detrás nuestro que delante. Qué bien que hemos hecho en levantarnos. Pero, para variar, la cola que al principio era una fila de a uno (o dos como mucho), comienza a ensancharse aprovechando los alrededores de columnas y similares. ¡Qué pereza! No me apetece una mierda empezar el viaje discutiendo con unos listillos que lo que les va, es colarse en las colas... Y encima esos que aún permanecen sentados y que nos miran con sorna, seguro que algo traman. Pues se van a comer una cola del quince (dicho sea con respeto). Por suerte la situación no se prolonga en el tiempo, y parece que se disponen a anunciar el embarque.

Atención Sres. pasajeros del vuelo IBxxxx. Hagan su embarque por la puerta U73. Les recordamos que los que dispongan de pase express (ocomocoñosellame). Miradas de odio irracional hacia los pasajeros que se deslizan por el finger. Les comunicamos que en primer lugar embarcaran los pasajeros con niños (Ay Dios.....) y las filas de la peich a la 25.

¡Bingo! Nuestros protas se congratulan por disponer del 23L y del 23J... Muchos de los que permanecían sentados, se levantan socarrones mirando a los no agraciados en el sorteo, que desde la cola sólo pueden gimotear y quejarse un poco más (si cabe). Las familias con los niños y el caos que les rodea, se abren paso y embocan la entrada del avión (ahí va el pequeño Spiderchild y sus papás) . Y los agraciados pues allá vamos. Aún así, algún que otro empujón nos espera hasta que la srta azafata comprueba pasaporte, tarjeta de embarque y nos da la bienvenida. (¡AL LORETE! 3er consejo: No seas panoli y quédate sentado hasta que digan el orden de embarque).

Sentados al fin y colocado el equipaje de mano sobre nuestra cabezas, comprobamos que nos rodea una Familia. Nos rodea y se desparrama hacia las filas de delante. La familia Telerín al completo, con sus tres o cuatro hermanos, esposas, hijos, yernos, sobrinos, primos y nueras (fácilmente 15 en total). Todos pa NY. Ay Dios...

Y esto que no despega. Lo sentimos sres pasajeros, pero el finger se atascado y no pueden soltarlo del avión por lo que el despegue se retrasará. 40 minutos después (ó 40000, porque con los Telerín, el tiempo se dilata) despegamos.

Nada más despegar anuncian por el altavoz que la comida se servirá cuando alcancemos altitud y velocidad de crucero. Zasca. Con el hambre que gasto (¡AL LORETE! 4º consejo: "Embútete" bien antes de salir, que en los vuelos transoceánicos la hora de comer se retrasa).

Nada más que se apaga la luz de abróchense los cinturones, la estampida.

No quiero a extenderme mucho en las visicitudes que rodearon al viaje y a la aparición de los Telerín por doquier. Destaquemos la señora que se descalzó incluso antes de que despegáramos, y que estiró sus piernas apoyando los pies en el panel que tenía enfrente; los contínuos paseos de todos los integrantes por los pasillos del avión (hablo por el resto de pasajeros, cuando reconozco el alivio que sentíamos cuando las azafatas anunciaban turbulencias y la necesidad de sentarse y abrocharse el cinturón); el hecho de que viera Lobezno (la película) malamente entre sus cuerpos alzados y enhiestos; su incesante parloteo no exento de volumen; la vergüenza ajena que provoca que el comandante pida a los pasajeros (sin duda quería decir los Telerín) que permanezcan sentados a pesar de que no haya turbulencias; las quejas (al botón de su camisa, por la cuenta que le trae) de uno de los azafatos por la dificultad que entraña manejar los carritos de comida por pasillos estrechos con telerines danzando de acá para allá, etc. Ni siquiera cuando nos facilitan los formularios blanco y verde que hay que rellenar para que te dejen entrar en el país, se están quietos. (¡AL LORETE! 5º consejo: Ni bromas ni hostias al rellenar los formularios. ¡Ah! y ten claro la dirección del hotel donde te vas a alojar)

Sorprendentemente, las 8 horas de viaje (de las cuales 6 se van quieénsabedónde) pasan, y las 16:05 (hora USA) llegan a tiempo de rescatarnos de las garras de la histeria. Ahí está el aeropuerto JFK. Aterrizar y salir escopetados es todo uno. Y son esas ganas de huir las que nos salvan de las garras de... otra cola. Pero esta es la madre de todas las colas. Control de seguridad y aduanas de los United States of America. Te cagas. Cuando nos paramos tendremos a 20 personas delante, pero detrás... Ay Jesús. Hasta los Telerín (más retrasados) me dan lástima. Se han juntado dos vuelos (desde Londres y desde Madrid), y si no hay 300 personas detrás, no hay ninguna. Imagínate, a razón de cinco minutos por persona... Muchos minutos (¡AL LORETE! Mega-Consejo: Cuando llegues a USA, corre, sal del avión raudo como si te fuera la vida en ello, si no quieres morir en la madre de todas las colas).

Cuando nos llega el turno nos atiende Don bigote (o Mr Moustache in english) que nos toma electrónicamente las huellas (digitales) de todos y cada uno de los dedos de las dos manos, nos hace una foto (sin gafas please) y tras sellar pasaporte nos deja acceder a la cinta transportadora que en un alarde de generosidad nos ofrece la maleta sólo dos minutos después (gracias Señor por premiar nuestra santa paciencia en el avión). Tras declarar que no tenemos nada que declarar al muchacho que recoge el formulario verde, se abren las puertas de salida al hall de la terminal 7 del JFK. (Continuará)

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